Algunas cosas carecen de sentido a los ojos ciegos del que no quiere abrirlos y aprender a mirar sin ellos. Para su ceguera, se necesitan millones de conectores para darle un sentido coherente a un sincero parafraseo al parecer incomprensible. Ellos, los que miran y no ven, que defienden llenar los espacios vacíos con inútiles palabras, jugando a que éstas se unen como hermanas, como si necesitaran unas a otras y no tuvieran vuelo propio. Atacando a quienes desordenamos las frases tiñéndolas de más de un sentido, tildándonos de asesinos, de locos y subversivos. Somos para ellos quienes no saben mirar con los ojos, y ellos quienes no saben ver con el corazón. Sin ellos, sus preciados ojos, su mundo se apaga convirtiéndolos en ciegos. Sin ellos nuestro mundo ciego aprendió a escuchar. Nos gustaba esconder nuestras almas en cada una de las palabras que dibujábamos en el aire, para que respirar fuera mas sano. Nos gustaba, pero a las palabras ellos las vomitaban. Querían sentido, querían coherencia, estructura. Vivian derechos en sus renglones, y nosotros volábamos al margen. Eran de cerrar ventanas, formar techos, borrar llaves, imponer puntos y a parte, pero solíamos esconder detrás de la oreja una coma, parar abrirnos lugar y continuar, un lápiz para dibujar ventanas, y puntos suspensivos para agujerear el techo y dar lugar a más.
Crecimos en libertad, y ellos, presos de la razón.
Volvimos a parafrasear.
Ventana, volar, luz, sol, luna,
cielo, estrella, brillo,
ojos, mirar, boca, sonreír, besos,
vivir, corazón, sangre, venas, piel, caricias, roce,
camino, destino, sed, agua, mar, nuestro,
nadar, flotar, transparente, alma, vida, soñar,
soñar,
vos, yo..
y vos de nuevo.
Ellos vuelven a escupir ‘Sin conectores, sin sentido’.
Mirar los ojos ciegos, que lejos han ido.
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